Sara Hernández Hernández junto su madre arriendan desde hace cuatro años la casa de José Navero, un reconocido vecino de Puerto Edén. En este histórico espacio, en el que don José vivía hace 40 años levantaron un hostal en donde todo el que iba a la isla por turismo o trabajo se hospedaba.
Según cuenta Sara, desde antes de la pandemia habían intentado poner a funcionar este hostal, pues el interés y turismo para visitar Puerto Edén ha ido en aumento, sin embargo el sueño se concretó apenas hace dos años. Hasta Pancho Saavedra se hospedó en el lugar.
Lamentablemente esta mañana, sobre la 7.30 horas, un voraz incendio que de acuerdo a lo que le informaron, habría comenzado en la parte de atrás de la casa, quemó todo debido al viento que había en el momento y a la falta de grifos u otras fuentes de agua que ayudaran a controlar de manera rápida el fuego.
"No había red de apoyos de agua, ni grifos ni nada. Me dicen que se había podido salvar la parte de adelante, pero no había nada entonces de quemó todo. Yo agradezco mucho a los vecinos que pudieron rescatar a don José y a la Pame que salió por una ventana", relata Sara, quien también agrega, "esto también deja ver las muchas falencias de lo que ocurre en Puerto Edén, de las cosas que faltan, de una red de apoyo para los incendios porque no es la primera casa que se quema".
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Debido a la emergencia, Pamela Barrientos Cárcamo encargada del hostal resultó con heridas en sus manos, pues tuvo que romper una ventana para escapar de las llamas.
Pero a Sara Hernández lo que hoy más le preocupa es José Navero, ex funcionario de la Armada, quien ya es un adulto mayor y tenía toda su vida, sus recuerdos en ese lugar.
"Vamos a ver de qué manera salimos adelante. Se quemó su casa, pero también todos sus recuerdos, toda su vida. Y nosotras todo lo que hemos hecho porque los que viven allá saben lo difícil que es vivir en Puerto Edén. Pero nosotras somos mujeres guerreras y vamos a salir adelante", concluye Sara Hernández.
Por ahora todo esfuerzo esta abocado en don José Navera, mientras respira y piensa de qué manera junto a su madre logran reconstruir su fuente laboral y volver a brindar un lugar para quienes buscan un pequeño edén en medio del agua y la vegetación magallánica en el que un poco más de 60 familias viven con las inclemencias propias de la región.
