La obesidad infantil ha aumentado debido a los malos hábitos alimenticios y la falta de actividad física. El tiempo limitado de los cuidadores para cocinar ha llevado a adquirir alimentos de menor calidad debido al aumento de precios. El sedentarismo y el uso de vehículos motorizados limitan las oportunidades de movimiento. Además, la falta de comidas en familia y el uso de pantallas durante las comidas contribuyen a una ingesta desordenada de alimentos.
Ante el desafío de fomentar la actividad física en regiones con climas extremos, Carolina Bello, nutricionista pediátrica de Clínica Universidad de los Andes recomienda realizar ejercicio en interiores, seguir rutinas en línea o jugar juegos que promuevan la actividad física en casa. Los niños son más flexibles que los adultos, lo que minimiza las barreras climáticas.
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Para una vida más saludable, sugiere la especialista de la Clínica Universidad de Los Andes, consultar a un nutricionista para desarrollar un plan de alimentación adecuado. Además, es importante mantener las vacunas y consultas pediátricas al día, dormir lo suficiente, limitar el uso de pantallas, realizar actividades en familia, practicar deportes y promover la higiene corporal y dental. Enseñar a los niños a expresar emociones y realizar ejercicios de relajación también es beneficioso para la salud mental.
La obesidad infantil conlleva riesgos a largo plazo, como enfermedades cardiovasculares y diabetes. Es fundamental concientizar sobre el tema y promover una alimentación equilibrada, reduciendo el consumo de alimentos chatarra y fomentando alimentos saludables.
Los padres desempeñan un papel clave al dar ejemplo con buenos hábitos alimenticios y de actividad física. Comer en familia, mantener una alimentación balanceada y crear espacios para la actividad física conjunta son recomendaciones importantes para prevenir la obesidad y promover una vida saludable.
