El próximo domingo 3 de septiembre, a la medianoche, se adelantarán los relojes en 60 minutos para dar inicio al horario de verano. Este cambio no solo afectará la forma en que experimentamos la luz y la oscuridad, sino que también tendrá un impacto en nuestro reloj biológico interno.
El adelanto de los relojes permitirá disfrutar de amaneceres más tardíos y atardeceres prolongados, brindando una hora adicional de luz en las tardes. Sin embargo, este ajuste no fisiológico requerirá que nuestro organismo se adapte, lo que puede afectar nuestros ciclos de sueño y vigilia.
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Para minimizar los efectos en la salud y la rutina diaria, se recomienda ajustarse gradualmente a los nuevos horarios de levantarse y acostarse, mantener una rutina regular con horarios ordenados y evitar alimentos energizantes al final del día.
Aunque la adaptación puede ser un desafío, es importante recordar que estos cambios son temporales y que, con el tiempo, nuestro cuerpo se ajustará de manera natural.