En una jornada marcada por la solemnidad y el orgullo, 136 soldados conscriptos juraron a la bandera este miércoles en Punta Arenas, tras haber participado la noche anterior en la tradicional vigilia de armas en la Catedral de la ciudad. Esta instancia de recogimiento rememora el sacrificio de los 77 soldados que cayeron en la histórica Batalla de La Concepción, símbolo del compromiso y valentía de quienes sirven a la patria.
La ceremonia, que es una de las tradiciones más relevantes del Ejército de Chile, se llevó a cabo en la capital regional bajo un despejado día de invierno. En ella, los jóvenes soldados —la mayoría provenientes de la Región del Biobío— reafirmaron su compromiso con el país, frente a la presencia de autoridades, mandos militares y familias que viajaron miles de kilómetros para acompañarlos. “Es una oportunidad en que las nuevas generaciones de soldados... se colocan al servicio de la patria para contribuir al desarrollo y mantener la soberanía del país”, expresó el general de brigada Ricardo Merino, comandante en jefe de la V División de Ejército.
Para muchas familias, fue la primera vez que pudieron reencontrarse con sus hijos desde el inicio del proceso de instrucción, y no ocultaron su emoción. Silvia Arenas, madre de un conscripto, señaló: “Es una emoción muy grande... una sensación tan bonita. Ayer pudimos conversar con él durante la vigilia de armas, fue muy significativo”. Por su parte, Gloria Salgado, también madre de un joven soldado, añadió: “Fue difícil al principio por la distancia, pero valió la pena. Este era su sueño y lo está cumpliendo. Estamos orgullosos y muy agradecidos del cuidado que el Ejército ha tenido con ellos”.
Las autoridades regionales también estuvieron presentes en el acto, reconociendo el valor de este compromiso y el simbolismo que encierra. José Ruiz, delegado presidencial regional, expresó: “Una ceremonia muy linda. Agradecidos del Ejército por mantener esta tradición tan significativa para nuestro país”.
Tras la ceremonia, los soldados conscriptos contarán con 10 días de permiso para reencontrarse y compartir con sus familias, un esperado descanso luego de meses de formación.